El primer viaje de Tita

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En algún lugar indeterminado en el mar Mediterráneo y por acción del calor de los rayos del sol, se va a producir el nacimiento de una gota de agua llamada Tita. Esta gotita de agua, nuestra protagonista, va a hacer su primer viaje; viaje que tendrá su continuación en un ciclo infinito del agua en nuestro planeta.
Tita ya ha ascendido con millones y millones de hermanas al cielo, dónde las corrientes frías de aire, harán que se condensen y entre todas formen a mamá nube; y aquí es dónde verdaderamente comienza nuestro relato.

– ¡Hola Tita, bienvenida! -dijo la nube-. ¡Bienvenida a tu primer viaje!.
– ¿Quien eres?-preguntó- ¿que hago aquí?.
– Soy mamá nube y vas a ser parte del misterio continuo del agua de éste planeta -le respondió-.
– ¿Para dónde vamos? -volvió a preguntar-.
– Será el viento quien decida hacia dónde vamos, si el viento es de levante iremos hacia la costa y luego a las montañas y si el viento es de poniente, nos llevará mar adentro y a otros países.
– Si vamos a las montañas,  ¿que pasa? -interrogaba sin parar-.

Mientras la nube le contestaba sin cesar a todas sus preguntas, el viento de levante empujaba  las nubes hacia el interior; a las montañas mamá nube fue engordando y llegaba el momento del parto o lo que es lo mismo, pronto llovería en ése lugar, cientos de nubes se reunieron allí mismo.

– Tita -dijo mamá nube- ha llegado el momento. Tú y tus hermanas pesáis demasiado y ya no os puedo transportar. Vuestro viaje comienza ahora y nos volveremos a encontrar al final del camino; en el mar. Preparad vuestra mochila paracaídas y que tengáis buen viaje.

Tita_en_paracaidas

En ese momento comenzó a llover y Tita, junto a muchos millones de sus hermanas empezaron a caer rápidamente hacia el suelo. Las nubes chocaban unas contra otras produciendo un ruido espantoso que iba precedido de un destello cegador. En poco tiempo, Tita ya estaba en tierra y comenzó a hundirse en el barro.

– ¿Que ocurre?- se cuestionó la gota de agua-. ¿Por qué nos hundimos?.

Un árbol plantado en ese lugar le contestó:
– Os estáis filtrando para buscar el nacimiento del río; un nacimiento subterráneo. Nosotros los vegetales tomaremos un poquito de vuestra agua para poder vivir y vosotras continuareis vuestro viaje.
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– ¿Tu vives gracias a mí y mis hermanas? -preguntó asombrada Tita-.
– ¡Sí ! -contestó el árbol-. Todas las plantas, incluidos nosotros los árboles necesitamos agua y minerales de la tierra. ¡Mira si sois importantes, gotita!. Luego nosotros contribuimos con el ciclo interminable de la naturaleza.

– Me gustaría hablar mas tiempo con usted -afirmó Tita-, pero tengo que proseguir mi viaje. ¡Adiós, nos volveremos a ver en otro ciclo! -se despidió el señor árbol-.

Tita se hundía entre la oscura y densa tierra; no se veía nada. Todas las gotas filtradas llegaron a una caverna subterránea donde había un lago.
Cuando cayeron en el lago, una pendiente les empujaba hacia el exterior como si de un tobogán se tratara. Ya estaba en el río, ya emprendía el regreso a casa. Al principio la corriente era muy fuerte, pero pasados unos cuantos kilómetros, se hizo mas pausada para poder disfrutar mejor del viaje y contemplar el paisaje.

– ¡Nunca había estado en un río!- le comentó a una de sus hermanas-, mamá me dijo que todos los ríos desembocan en el mar.
– ¡Sí todos los ríos, pero nosotras estamos en un afluente! -le respondió su hermana gota-.
– ¿Un afluente?-dijo extrañada-¿Entonces no vamos al mar?.
– Sí vamos hacia el mar, pero primero tenemos que desembocar en otro río mas grande -le explicó-, un afluente desemboca en un río y éste en el mar.

Todo era nuevo para Tita en su caminar por el río. Las diferentes clases de peces, la vegetación, el paisaje; cuando subía a la superficie.

tita_y_cangrejoDe pronto se topó con un ser extraño: era de color gris verdoso, tenía un fuerte caparazón y era alargado con dos fuertes pinzas en la parte de la cabeza y lo mas curioso es que caminaba hacia atrás.
– ¿Que clase de ser eres tú?-cuestionó nuestra amiga-.

– ¡Soy un cangrejo y vivo en éste río!. Me llamo Anastasio y mi principal  preocupación son los lucios, esos peces se comen todo lo que se mueve, ¡incluidos los cangrejos! -comentó el crustáceo-.
– ¿Puedo hacer algo por usted, don Anastasio? -se ofreció la gota de agua-.
– Pues ya que lo dices…y puesto que eres una gota de agua…pasa por mis branquias para que respire -pidió el cangrejo de río-.

– ¡Pero si me respira usted… no podré llegar al mar con mi mamá! -expuso llorosa la amiguita-.
– ¡Sí que podrás! -explicó-, los cangrejos como los peces, necesitamos agua para respirar, ya que respiramos por branquias. Fuera del agua nos  ahogaríamos, ¡te respiro, te expulso por mis branquias y continúas tu navegación!.

Así lo hizo y tras despedirse del cangrejo continúo su aventura. Días después, llegaron a desembocar en el río principal. Tita se puso muy contenta de estar por fin en el camino que le llevaría con mamá nube y se puso a nadar como  una loca.

– ¿Dónde vas tan deprisa? – le preguntó una voz-.
– ¡ Hacia el mar, allí me espera mi mamá ! -contestó-.
– ¡ El mar está aún muy lejos ! -explicó la voz-, descansa y charla un poquito conmigo.

Tita se detuvo y se volvió a contemplar a aquel ser que le hablaba. Era muy extraño, no tenía forma definida, pero era de color negro, enorme nariz y ojos rojos de fuego.

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– ¿ Quien eres tu? -interrogó Tita- ¡ he visto cosas raras en mi viaje, pero tu eres la que más !.
– ¿ No me conoces? -dijo ese extraño ser- , yo vengo de aquella industria química que hay en la ribera del río. Después de sufrir varias reacciones químicas, nos echan al río.
¿Aún no sabes quien soy yo?.
– ¡ No, no lo sé ! -respondió-.
– ¡ Acercate a mí y lo sabrás ! -ordenó el ser.
Tita, en su ignorancia, se acercó a ese ser, que resultó ser la contaminación. La rodeó y dejó a nuestra protagonista totalmente contaminada. Se volvió sucia y muy pesada; apenas podía arrastrarse por el fondo del río.
– ¡ Es usted muy malvada, contaminación ! -susurraba muy triste-, así no podré llegar nunca con mi madre.
– ¿ No te dijo que nunca hables con desconocidos ? -decía riendo- , ¡ cuando quieras pasa a visitarme otra vez !.
Tita prosiguió su camino muy triste y muy pesada. Una corriente extraña le impulsó a una nueva experiencia. Algo parecido a unas hélices la llevaron a un contenedor inmenso de agua y una sustancia llamada cloro, la limpió de la contaminación sufrida. Estaba en un depósito de abastecimiento de agua para los humanos.
Poco después fue atraída a un conducto muy estrecho que los humanos llamaban tuberías y cuando se quiso dar cuenta había salido por un grifo y estaba en un vaso listo para ser bebido por un niño.

tita_en_vaso

– ¡Por favor, no me bebas! -suplicó la gotita-.
– ¿Quien ha dicho éso? – dijo el chico asustado-.
– ¡ Yo…aquí…en el vaso! -contestó Tita- si me bebes no podré llegar al mar; allí me espera mi mamá. Por favor, devuélveme al río.
El niño no salía de su asombro y totalmente pasmado iba diciendo: ¡yo no estoy loco, una gota de agua que habla, yo no estoy loco…!. Y así fue hablando sin parar hasta llegar al río y vaciar el vaso en él. El chaval volvió a casa diciendo lo mismo.
Tita estaba de nuevo en el río y proseguía su caminar. Pasó por saltos de agua, por debajo de puentes, llegó a pueblos humanos, estuvo en un gran pantano dónde no se veían las orillas.
Que divertido fue llegar a la presa y saltar desde tan alto, como si de una montaña rusa se tratara. Conoció a  muchísimos habitantes de las aguas fluviales. Un día cuando ya le faltaba poco para llegar a su destino, ocurrió lo mas insólito. Tita encontró a la orilla del río a un humano adulto que estaba muy apenado. Resulta que éste humano era agricultor y cuando la gota amiga llegó a su altura lo escuchó decir:
– ¡Que pena, mis campos se secan, mis cosechas perdidas y mis hijos sin nada que comer !, tanta agua en el río y que no la pueda utilizar en mis campos por culpa del cacique del pueblo, que como no le vendo mis tierras, tiene comprado a todo el mundo, para que no me dejen ni regar. ¡Él ha ganado!, no tengo mas remedio que venderle mis tierras si no quiero que
mis hijos pasen hambre. Voy a buscarlo y a vender…

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– ¡Detente labrador! -la voz de Tita surgió del río-.
– ¿Quien ha dicho eso? -respondió contrariado Dimas , pues así se llamaba.
– ¡Soy la voz del espíritu del río -después de la experiencia con el niño, no se quiso identificar como gota de agua-, he oído tu lamento y para que no tengas que vender tus tierras y no estés triste, invocaré a todas las gotas de agua de ahora y de siempre, para que llegando a éste lugar se filtren por debajo de tus bancales y que siempre lo tengan húmedo.
El agricultor totalmente estupefacto sólo pudo decir: Gracias.

– ¿Como te llamas labrador? -preguntó Tita-. ¡ Didi…Dididi…Didi Dimas! -respondió muy nervioso-.
– Adiós Didi Dimas -dijo la gotita convertida en espíritu del río-.
– Adiós espíritu del río – se atrevió a responder nuestro agricultor-.

Tita pidió a sus hermanas que se filtraran por los campos de Dimas y que corriera la voz ,para que todas las que vinieran detrás, hicieran lo mismo. Desde ése día, los campos de  Dimas estuvieron húmedos y tuvo grandes cosechas por lo que no tuvo necesidad de vender sus tierras.

El primer viaje de Tita tocaba a su fin. Una mañana llegó a la desembocadura del río en el mar. Su alegría no tenía límites. Nadó con todas sus fuerzas hasta llegar al agua salada.
Miró, miró y volvió a mirar al cielo. Ni una sola nube en el despejado cielo.

– ¡ Mamá, mamá! -gritaba desesperada- ¿dónde estás mamá?, dijiste que me esperarías en el mar y yo he vuelto y tu no estás. Mientras decía esto se echaba a llorar nuestra gotita.
– ¿Porqué lloras gotita? -dijo una voz con mucha ternura-.
– ¿Eres tú mamá, eres tú? -respondió Tita-, ¿dónde estás?.
– Aquí arriba, soy el sol. ¿Por qué estás tan triste?.
– Porque mamá nube me dijo que me esperaría al llegar al mar -contestó Tita-.
– No te preocupes, pronto vendrá -la consoló el sol- y en ése momento comenzó a cantarle una canción de cuna y Tita se durmió.

Por acción del calor del sol, comenzó a ascender al cielo azul y por condensación se formó mamá nube. Tita se despertó loca de contenta; estaba con su mamá y le tenía que contar todo lo sucedido.

– ¡ Mamá, hablé con un árbol y conocí a un cangrejo y me contaminaron y casi me beben ! -le explicaba apresuradamente-.

tita y mamá
– ¡ Tranquila, cuéntamelo todo desde el principio ! -le pidió mamá nube-.
Tita hizo éste viaje muchísimas veces, pero su primer viaje fue inolvidable.

FIN