El rabo del perro San Roque

 Cuento: El rabo del perro San Roque - cabecera

Autor: Antonio Martínez Lorente

¡ Hola amigos!, me llamo Jorge y tengo siete años. Vivo en una ciudad muy grande ; voy al «cole» como cualquier otro niño, juego con mis amigos, con mi «play» , con el ordenador, voy a natación; como cualquier chico de mi edad.

Pero los fines de semana son muy especiales para mí. Todos los sábados, por la mañana, voy con mi papá al parque y me lo paso con él «guay». Mi papá es un tipo genial. Jugamos al balón, al escondite y me cuenta todo tipo de historias.

Nosotros somos los que estamos junto a la fuente , frente al perro y su amo.

El dueño del perro le lanzaba un periódico y el perro lo traía una y otra vez. Me llamó la atención que el perro ¡no tenía cola !

¡ Mira, papá, ese perro no tiene rabo !

¡ A lo mejor – me contestó – es el perro de San Roque !

Cuento: El rabo del perro San Roque - en el parque con papá

¡ El perro …. ¿ de quién…. ? – le pregunté –

¿ Nunca has oído el dicho : «El perro de San Roque no tiene rabo porque Ramón Ramírez se lo ha cortado » ?

¡ No, nunca ! – dije –

¡ Sentémonos en un banco y te contaré la historia del rabo del perro de San Roque ! ¡ Roque González de la Santa Cruz, así se llamaba el Santo, era un indio criollo, que nació en Paraguay en el año 1576 y se hizo misionero jesuita. Fue enviado a la misión de Todos los Santos, donde vivían los indios guaraníes; y aquí es dónde comienza nuestra historia.

Al poco de llegar a la misión empezó a tener problemas con el hechicero de la tribu, un indio guaraní llamado Nezu. Nezu tenía un perro al que maltrataba constantemente.

Cuento: El rabo del perro San Roque - Nezu

Un día, San Roque, escuchó los aullidos del perro y sorprendió a Nezu pegándole con un palo.

¡ Detente insensato ! – le advirtió el Santo – ¿Cómo te atreves a maltratar así a un pobre animal ?

¡El perro es mío, – contestó el brujo – y hago con él lo que quiero!

¡ Todos los seres vivos son de Dios y alguien que les hace daño, no puede ser su dueño !. Nuestro misionero, arrebató el palo al hechicero y tomó en brazos al pobre perro, el cual, entendió que era su salvación del cruel tormento que, hasta ese momento, había vivido.

¡ Hasta que aprendas a querer y respetar a los animales, yo me quedaré con él !

¡ Me vengaré de ti – dijo el brujo – Mis dioses te castigarán con la muerte !. Dicho ésto, Nezu, se marcho a la selva.

¡ Papá ! – le interrumpí -¿ Y qué pasa con, el tal, Ramón Ramírez? ¡ Ahora llegamos a él ! – me contestó – ¡ No seas impaciente !

El Gobernador de aquellas tierras era Ramón Ramírez quién representaba al rey de España. Este hombre esclavizó a todos los indios de la región; les hacía trabajar de sol a sol por una mísera comida y cena.
Su cómplice era Nezu, el hechicero, el cual, atemorizaba a los indios diciéndoles que si no obedecían al gobernador, el gran espíritu les castigaría .

Ramón Ramírez odiaba a San Roque, pues, el santo, se opuso a la tiranía a que sometía a los guaraníes.
El misionero llevó a los indígenas a las tierras de la misión de Todos los Santos y dejaron de trabajar en las de Ramírez. El gobernador y Nezu planearon su muerte.

Cuento: El rabo del perro San Roque - el gobernador y Nezu

En las tierras de las misiones, los indios eran felices. Cultivaban las tierras y las cosechas se repartían entre ellos. No pasaban hambre y no sufrían los latigazos de los capataces del tirano.

Un día, cuando el Santo les hablaba a los indios sobre la palabra de Dios, antes de entrar en procesión a la iglesia de la misión, Nezu, que estaba oculto entre la maleza, le disparó un dardo envenenado con una cerbatana y mató a Roque. Algunos indios corrieron para atrapar a Nezu, pero éste escapó entre el follaje de la selva..

Cuento: El rabo del perro San Roque - San Roque

Los nativos intentaron socorrer a su misionero, pero nada pudieron hacer. Con todos los honores, los indios enterraron a su amigo y benefactor. El perro pasaba todo el tiempo en la tumba de su amo y mostraba gran tristeza por su pérdida.

Cuento: El rabo del perro San Roque - el perro en la tumba

El gobernador, Ramón Ramírez volvió a esclavizar a los guaraníes. ¡ Vuestro santurrón no os podrá ayudar! – les decía a los nativos – ¡ Si queréis vivir, trabajad !

Los pobres indios volvieron a sufrir el látigo y el hambre. Miraban al cielo y añoraban a su amigo.

¡ Bueno, papá ! – le pregunté – ¿cuándo aparece lo del rabo del perro ?

¡ Espera, que ya viene ! Cuando más desesperados estaban los indígenas, ocurrió algo increíble.

Una mañana, el perro de San Roque se levantó de la tumba de su amo y comenzó a caminar por el poblado de los indios y cuando llegaba a una choza, tocaba con su rabo la puerta de caña y allí mismo aparecía comida.

Cuento: El rabo del perro San Roque - milagros con el rabo

Los nativos supieron que se trataba de un milagro de su amigo Roque desde el cielo. Al enterarse de lo sucedido, Ramón Ramírez ordenó a Nezu que capturara al perro.

¡ Si tienen comida, no trabajarán !. ¡ Traeme a ese chucho !

Así lo hizo el hechicero. Fue a la tumba de San Roque y allí estaba el perro. Aunque, el pobre animal, se resistió, lo pudo meter en un saco y lo llevó a su jefe.

¿Dices que hace esos milagros con el rabo? – preguntó Ramírez – ¡ Pues… habrá que.… cortárselo !, ¿ no crees ? Ambos rieron y le amputaron al animal su cola.

¡ Qué canallas ! -comenté enfurecido – ¿ Y no tuvieron esos tipejos su merecido ?

¡ Aguarda y ya verás ! – advirtió papá – ¡ Entierra este rabo en algún lugar ! – le dijo Ramírez a Nezu –

Así lo hizo, el hechicero. Cuenta la leyenda que en ese lugar creció una palmera y que está custodiado por dos ángeles.

Cuento: El rabo del perro San Roque - palmera con dos ángeles

Los indios, al saber lo ocurrido se rebelaron contra el gobernador, Nezu y sus secuaces. Muertos de miedo al ver lo que se les venía encima, intentaron huir.

Los guaraníes les persiguieron y en la huida, los malos, cayeron por una catarata matándose. Los indios dedicaron el 17 de Noviembre como día de San Roque y nunca lo olvidaron.

¿ Tú sabes por qué los perros escarban en la tierra? – me preguntó mi papá –

¡ No ! – le respondí – ¿por qué?

¡ Por si encuentran el rabo del perro de San Roque !. y ¿ por qué se huelen el rabo cuando se ven ?

¡ Tampoco lo sé ! – respondí –

¡ Por si alguno lo ha encontrado y lo lleva puesto !

¡ Venga, papá, toda la historia te la has inventado ! – le comenté sonriendo !

¡ Si, pero, a que te ha gustado – me dijo guiñándome un ojo – Vamos a casa, que mamá nos espera para comer !

Cuento: El rabo del perro San Roque - regreso a casa con papá

Alberto en el país de la música

 Cuento: Alberto en el país de la música - cabecera

Autor: Antonio Martínez Lorente

Aquella, no era una tarde normal; os cuento. Alberto se dirigía al conservatorio de su ciudad. Tenía que examinarse de piano con su profesor; el Maestro Solferino. Al llegar, el viejo profesor le esperaba en la clase.

¡ Alberto ! ¿estás preparado ? – le preguntó –

¡ Si, Maestro ! – contestó Alberto – ¿Cuándo usted quiera ?

Cuento Alberto en el país de la música - en el exámen

Alberto comenzó a interpretar una sonata de Mozart , y la verdad es que, se oía muy bien, pero de pronto, todo sonaba muy mal. Alberto dejó de tocar. Estaba muy contrariado.

¿ Qué ocurre, Alberto ?- exclamó el Maestro – ¿No has estudiado lo suficiente para el examen ?

¡ Si, Maestro, he estudiado mucho – repuso el muchacho – ¡Aquí pasa algo raro porque yo he interpretado bien la sonata, pero suena mal !

¡ Que va a pasar – dijo el profesor algo enfadado – no has estudiado y punto !

¡ Pruebe usted y verá como no le miento – afirmó Alberto – Por favor !

Así lo hizo y le ocurrió lo mismo que a Alberto. ¡ Esto es muy raro ! – se decía, mientras examinaba el interior del piano – ¿Será alguna gamberrada de algún estudiante ?

En ese instante pasó algo, aún más inaudito. Aparecieron en la clase, nada más y nada menos,que Vivaldi, Händel y Beethoven.

¡ Maestro Solferino ! – llamó su atención Händel – ¡ Esto es un desastre !

¿ Qué ocurre? – preguntó el anciano profesor –

¡ Ocurre que el mundo de la música se ha vuelto loco ! -contestó Vivaldi – ¡ Nada suena bien !

Alberto no salía de su asombro al contemplar a tan ilustres embajadores de la música. ¡ Pero si son…! ¡ Pero si son… ! – balbuceó el chico sin poder creer lo que veía – ¡ No puedo creerlo !

¡ Si, joven amigo, somos Beethoven, Händel y Vivaldi – le explicó el último –

¡ Es cierto, pequeñuelo ! – dijo Beethoven – a mi me puedes llamar «Genio» !

¡ Déjate de bobadas, «Genio » – inquirió Händel – y vamos al asunto !

¡ Pues el asunto es, que ésta mañana fuimos a comprobar nuestra obra musical y suena peor que si a un gato le pisaran la cola ! – prosiguió Beethoven -¡ Maestro, présteme su batuta mágica y lo comprobará !

Beethoven alzó la batuta y comenzó a oírse su Quinta Sinfonía de una forma horrible.

Cuento Alberto en el país de la música - Beethoven, Händel y Vivaldi

¿ Qué está pasando, Maestro ? – interrogó Vivaldi

¡ Esta tiene toda la pinta de…, pero no; no es posible, – pensaba en voz alta Solferino – aunque tal vez… !

¡Maestro Solferino, – le increpó con nerviosismo Händel – ¿quiere usted explicarse con claridad ?

¡ Escuchad. Hace mucho tiempo, cuando yo fui creado por el Consejo de Eruditos de la Música, nació el Solfeo. Nací para que la música se pudiera escribir. Yo creé las notas musicales, el tempo y todas las reglas para que la música se estudiara. Más tarde nació mi nieta, el hada Armonía.

Todos hemos contribuido para belleza de las composiciones musicales -narraba el profesor -. Al mismo tiempo, de entre las sombras, surgió un ser demoníaco que odiaba la música. Intentó destruirla, pero su inexperiencia le llevó a cometer errores y el Consejo lo desterró a la montaña del silencio perpetuo. ¡ Un pentagrama vacío fue su prisión durante cientos de años !

¿ Y usted cree que puede ser él? – preguntó Alberto –

¡ Mucho me temo que si! , – contestó el Maestro – Maese Disonancias; así se llama el sujeto. Ha debido de encontrar la forma de escapar y viene a vengarse

De repente, surgido de la nada, apareció el malo de nuestra historia; Maese Disonancias.

Cuento Alberto en el país de la música - disonancias

¡ Bravo, Maestro Solferino! , veo que los años no han mermado tus facultades. Si, he venido a vengarme y mi venganza ya ha empezado: He secuestrado a tu nieta Armonía, tu gnomo Tempo está paralizado, las notas musicales están en huelga
y para finalizar; yo fui quien inventó el «Top Manta». Si arruino al compositor, éste no compondrá música.

Sólo faltas tú, Solferino – amenazó el siniestro personaje – y te aseguro que tu hora llegará muy pronto. ¡Acabaré con la música para siempre !

¡ No te saldrás con la tuya, cara de rata con peluca!. – gritó Alberto con gran enfado – No serás tu quien acabe con mi sueño de ser, algún día, un gran pianista. ¡ Vamos por él !

En ese momento, capitaneados por Alberto, todos se abalanzaron hacia Disonancias, pero éste lanzó contra ellos un sonido muy fuerte y malsonante.

¡ Qué horror – exclamó Vivaldi – que pare…!

¡ Es insoportable ! – se quejaba Händel –

Todos se tapaban los oídos con las manos, todos menos Beethoven

¿ Y ese por qué no se doblega ante mi disonancia ? – dijo el villano –

¡ Porque es un poco duro de oído ! – le contestó el Maestro Solferino –

Maese Disonancias le dio a Beethoven un gran pisotón.

¡ Ay, mi juanete ! – gimió de dolor – ¡ tendrá mala intención el tío feo este !

¡ Nos volveremos a ver, Solferino ! – diciendo esto, Maese Disonancias, desapareció – ¡ Nos veremos muy pronto !

¿ Qué podemos hacer, Maestro? – preguntó Alberto –

Tenemos que vencerlo en su terreno  -dijo el anciano -.  Alberto trae la flauta. ¡Nos vamos al País de la Música !

Cuando llegaron al País, todo era un desastre. Las notas musicales habían abandonado los pentagramas , los instrumentos volaban por los aires , todo era silencio en ese lugar donde, antes, las melodías llegaban a todos los rincones.

Encontraron al Gnomo Tempo inmóvil, como sin vida.

Cuento Alberto en el país de la música - gnomo tempo

Con su llave maestra, Solferino, le pudo dar cuerda y Tempo les contó todo lo ocurrido: el rapto del hada Armonía, la huelga de las notas musicales con carácter indefinido y la humillación que sufrió al ser parado por el malísimo Maese Disonancias, después de haber estado marcando el tiempo de la música durante siglos y siglos.

Para colmo de males , las notas llegaban en manifestación. ¡Mejores pentagramas !, ¡ claves no mandonas !, – pedían – ¡Tempos lentos que nos cansan los que son rápidos !

El Maestro Solferino escuchó sus demandas.

¡ Lo peor de todo es la crisis de identidad que sufrimos; me explico, – dijo la redonda – viene la clave de Sol y dice: ponte en la 3a línea y serás SI, luego la de Fa en cuarta  y en el mismo sitio, te dice ahora eres RE. ¡Mire a mi compañera!.

Cuento Alberto en el país de la música - notas en manifestación

¡ Ser SI o ser RE , ésa es la cuestión !- dijo la nota negra muy apenada –

¡ Pero, por Dios, sois notas, – dijo el Maestro bastante enfadado- actuad como notas !

¡ Tenemos nuestros derechos ! – gritaron todas a la vez –

En este punto, Maese Disonancias, volvió a aparecer.. ¿ Te gusta el caos que he organizado, amigo ? – habló Disonancias – ¡Ahora te toca a ti !

¡ Rápido, Alberto, toca la flauta ! – ordenó el profesor –

Alberto comenzó a tocar, pero con un simple gesto, de Disonancias, dejó de sonar.

Cuento Alberto en el país de la música - disonancias interviene

¿ Creías que con una flautita podrías conmigo ? – dijo el villano – ¡ Adiós para siempre, Maestro Solferino !

El malo de nuestra historia, comenzó a hacer un conjuro, al tiempo que el Maestro se quedaba, casi, petrificado.

¡ Alberto, canta ! – se le ocurrió al profesor que su enemigo podía controlar los instrumentos, pero, no la voz humana – ¡Canta por favor !

Así lo hizo y el malvado Disonancias se fue convirtiendo en piedra, mientras que el Maestro Solferino recobraba la movilidad.

¡ Qué se calle !- decía Disonancias – ¡ Dile que se calle !. Maese Disonancias se había convertido en estatua de granito.

En ese instante, apareció Armonía. Tempo volvía a funcionar, las notas volvieron a su lugar: todo era como siempre.

¡ Todo ha terminado bien ! – dijo Beethoven –

Todo no, falta tu examen, Alberto ! – habló el Maestro Solferino –

Alberto interpretó como nunca y…SOBRESALIENTE – calificó su mejor Maestro –

Cuento Alberto en el país de la música - dedicado a su hijo Alberto