Dromi el camellito del Rey Melchor

cuento dromi el camellito de Melchor - cabeceraAutor: Antonio Martínez Lorente

Dromi es un camellito, que nació en la primavera de un año cualquiera. Su mamá se llamaba Shana y su papá era Astro; el majestuoso camello del rey Melchor.

Desde muy chico, Dromi quería ser como su papá; un gran camello que llevara juguetes a todos los niños del mundo en la mágica noche del 5 de Enero.

¡ Algún día seré tan grande y fuerte como mi papá – se decía – y tendré las jorobas más grandes del mundo para llevar miles y miles de juguetes…!. Y así, día tras día, crecía para poder realizar su gran sueño
cuento dromi el camellito de Melchor - crecía con ilusión

Pasó el verano, el otoño; y el invierno llegó al oasis del desierto donde vivía el pequeño camello; y con el invierno se acercaba, al fin, la Navidad. En el oasis de Dromi había una gran agitación; pajes de aquí para allá, montañas y montañas de juguetes se amontonaban por todas partes, los grandes camellos revisaban sus pezuñas y bebían mucha agua para el largo viaje.

Dromi, se acercó a su padre muy contento y le dijo : ¡ Qué bien, qué bien!. ¿ Cuando nos vamos, papá?, ¿cuando nos vamos?.
¡ Eres, todavía, muy pequeño, Dromi, -dijo su papá con una
tierna sonrisa  – cuando seas mayor podrás venir con todos
nosotros !

¡ Pero papá, – repusocuento dromi el camellito de Melchor - no puede ir por Navidad Dromi – ya soy mayor. Soy muy fuerte y puedo llevar, en mis jorobitas,
uno o dos paquetes !

El rey Melchor, que escuchó la conversación, se acercó a nuestro protagonista y le habló así:
¿ De verdad que eres tan fuerte…? Dime, ¿cuantos paquetes crees que podrías llevar?

Ante las sonrisas de los allí presentes, Dromi, sin pensarlo dos veces, se metió debajo de un montón de regalos y a duras penas se pudo poner en pie. Las patas le temblaban como flanes, su carita se enrojeció por el esfuerzo y tras unos heroicos segundos, se desplomó contra el suelo quedando su orgullo sepultado por los paquetes.

¡ Debes esperar a crecer un poquito más ! – dijo el rey Melchor – mientras ayudaban a Dromi a salir del lío de paquetes .

Días más tarde, la Caravana Real estaba ya preparada. Se veía en el cielo una estrella muy brillante que guiaría a su papá ,que iba al frente de todos junto al Rey Melchor. ¿Qué es eso tan brillante que hay en el cielo, mamá? – preguntó Dromi –

cuento dromi el camellito de Melchor - la estrella de Belén
¡ Esa es la estrella de Belén! -le informó Shana; su mamá – ¡Es la que muestra el camino a papá y a los Reyes Magos para que vayan a adorar al Niño Jesús !

¿Quién es el Niño Jesús, mamá? – interrogó Dromí – ¿lo conozco?

Shana sonrió ante la inocencia de su hijo y le explicó: ¡El Niño Jesús es el Hijo de Dios, el  cual se hizo hombre para salvar a todos del pecado. Nació un 25 de Diciembre, la primera Navidad, que significa nacimiento; el nacimiento del Salvador. Por esto, todos los 5 de Enero, de cada año, los Reyes Magos van a adorarlo en el Portal de Belén!

¡Adelante, – gritó el Rey Melchor – tenemos que encontrarnos con Gaspar y Baltasar !
La comitiva se pusocuento dromi el camellito de Melchor - su papá marcha en la caravana en marcha y nuestro amiguito contemplaba con tristeza como se alejaba por las arenas del desierto.
Astro, su papá volvió la cabeza y le dijo: ¡ Volveré pronto. Dromi, obedece a mamá !

Dromi se echó a llorar y corrió a refugiarse en el palmeral de su oasis. Se recostó bajo la palmera más grande y anciana de todas.

¿Por qué lloras, camellito?- se escuchó una voz que él no sabía de donde procedía.

¿Quién ha dicho eso? – exclamó Dromi con extrañeza.

¡ Aquí ! – dijo la voz- ¡ Si miras para arriba sabrás quién te habla!. Levantó la vista y contempló una majestuosa palmera que lo miraba con ternura.

¿Una palmera que habla?- pensó Dromi en voz alta – ¡que raro !

¡Tan raro como que hable un camello; ¿ no crees? – contestó la anciana palmera – Todos los seres vivos hablamos, lo que ocurre es que no nos paramos a escucharnos los unos a otros.
¿Qué te ocurre?; ¿por qué estás tan triste?

cuento dromi el camellito de Melchor - habla con la palmera

¡ Porque no me han dejado ir con la Caravana ! – refunfuñó Dromi con el ceño fruncido – ¡Dicen que soy demasiado pequeño !

La gran palmera sonrió y acariciándolo con una hoja de palma, le dijo: ¡Dentro de poco, muy poco, serás un gran camello y podrás ir con ellos. En cambio yo… – prosiguió , ahora con tristeza – nunca podré ir. Son, ya, cientos de años que los veo partir y siempre he deseado ir a Belén a llevarle al Niño Jesús una de mis hojas, que guarda el calor del desierto, para que le abrigue en su cuna de paja !

¡ Yo te llevaré ! – exclamó Dromi con energía – ¡Te cargaré sobre mis jorobas y tu misma se la podrás dar !. La palmera sonrió ante la bondad y la gran inocencia del pequeño camello.

¡ Agradezco tu intención, pero es imposible, tengo bien atados los pies a la tierra y soy muy vieja – dijo la palmera- pronto me secaré !

¡ Cómo que me llamo Dromi, que algún día te llevaré ! – repuso el camellito con heroicidad – ¡Por cierto, ¿cómo te llamas?

¡Palmira !; original , ¿no crees?. ¡ De palmera, Palmira !

Desde ese día Palmira y Dromi se hicieron grandes amigos. Pasaban mucho rato hablando y jugando en el palmeral del oasis. Pasó el tiempo y se aproximaba una nueva Navidad ; una Navidad en que ocurrió algo realmente insólito. Ocurrió que Astro y los demás camellos del Rey Melchor enfermaron con gripe camellar.
El Rey Mago estaba preocupadísimo. Si no hay camellos, no habrán regalos; y por tanto no habrá Navidad – se decía a sí mismo el anciano monarca-.

Dromi, que lo había escuchado, corrió a buscar a sus amigos y les contó lo sucedido. Se presentaron ante el Rey y Dromi le dijo: ¡ Rey Melchor, nosotros podemos llevar los regalos; somos jóvenes pero fuertes!.

El anciano Mago asintió; no había otra alternativa. El primer pensamiento de Dromi fue ir a contárselo a su amiga Palmira. ¡ Palmira, Palmira! – gritaba loco de alegría- voy a Belén, voy a Belén, pero nadie contestó. Su gran amiga, se había secado y partido el tronco en dos. Tan sólo una hoja, de su compañera, estaba en el suelo. Dromi la recogió con su boca y dijo: ¡Palmira, amiga mía, te prometí que te llevaría a Belén, y así lo haré.

cuento dromi el camellito de Melchor - lleva una hoja de palma

¡ Le llevaré el Niño Jesús tu hoja de palma para que el calor del desierto, que ha guardado durante cientos de años, caliente las pajas de su cuna. Espero que estés en el cielo de las palmeras. Adiós amiga; nunca te olvidaré !

¡ Adelante ! – gritó, como ya era tradicional, el anciano Rey – ¡Tenemos que encontrarnos con Gaspar y Baltasar!. Dromi partió hacia Belén con la alegría de ver cumplido su sueño y con la tristeza de haber perdido a su fiel camarada. Él iba delante, junto al Rey Melchor, igual que lo hacía su papá, Astro y en la boca llevaba la hoja de Palmira.

Cuando llegaron a Belén, los tres Magos, ofrecieron al Niño oro, incienso y mirra. Dromi corrió a darle al Recién Nacido el regalo de su amiga. Tan deprisa iba, que tropezó y la hoja se le escapó de la boca y volando, fue a parar a la mano abierta del Niño.

El Niño Jesús sonrió al joven camello. Dromi volvió la mirada al cielo y pensó: ¡ Palmira, nuestro sueño se ha hecho realidad !
Dromi volvió muchas veces a Belén, cada 5 de Enero y cuando llegaba al pesebre, siempre veía la verde hoja de palma, de su amiga, entre la amarilla paja de la cuna del Salvador.

cuento dromi el camellito de Melchor - niño Jesús con la hoja de palma

 

FIN

Cuentos

En cierta ocasión, alguien dijo que la infancia es el estado donde vivimos permanentemente; una infancia feliz hará que el adulto también lo sea.

Todas las noches, al ir a dormir, mi hijo me pide que le cuente un cuento y yo dejo volar mi imaginación por el dormitorio para intentar crear su mundo de fantasía.

A veces, se me ocurre algo gracioso y sus risas son mi recompensa.

Todos los padres y madres queremos la felicidad de nuestro hijos y si con estos cuentos puedo contribuir en algo, me daré por satisfecho.

Antonio Martínez Lorente

«Quiero dedicar estos cuentos, en primer lugar, a mi hijo Alberto, a todos los niños y a aquéllos que siguen sintiéndose niños.»

Alberto - hijo de Antonio M. Lorente