El Romancero Viejo

romancero viejo - Antonio M. Lorente

El Romancero Viejo

Romances del compositor Antonio M. Lorente. Una selección de romances originales del autor albacetense.

Prólogo

Romance triste está la reina

Triste está la reina,triste.
Triste está la reina, triste que no reyendo ,
Sentada en su estrado franjas de oro está tejiendo.
Las manos tiene en la obra y el corazón comidiendo ,
Los pechos le están con rabia ansiosamente batiendo ,
Lágrimas de los sus ojos hilo a hilo van corriendo.
Triste está la reina,triste.
Triste está la reina que no reyendo,
Palabras lastimeras por su boca está diciendo.

Romance del rey don Sancho

Guarte, guarte rey don Sancho
No digas que no te aviso
Que de dentro de Zamora
Un alevoso ha salido.
Llámase Vellido Dolfos, hijo de Dolfos Vellido;
Si gran traidor fué el padre, mayor traidor es el hijo.
Gritos dan en el real ,
A don Sancho han malherido;
Muerto le ha Vellido Dolfos,
Gran traición ha cometido.
Por las calles de Zamora va dando voces y gritos:
Ya era tiempo doña Urraca de cumplir lo prometido.

Romance del juramento que tomó el Cid al rey don Alfonso

En Santa Agueda de Burgos ,do juran los hijosdalgos ,
Le toman jura a Alfonso por la muerte de su hermano ,
Le toman jura a Alfonso por la muerte del rey Sancho .
Tomábasela el buen Cid; ese buen Cid castellano,
Ese buen Cid castellano.
Sobre un cerrojo de hierro y una ballesta de palo
Y con unos evangelios y un crucifijo en la mano.
Villanos te maten Alfonso, villanos que no hidalgos,
Si no dijeses la verdad de lo que fueres preguntado:
Si fuiste o consentistes en la muerte de tu hermano.
Jurado había el rey que en tal no había estado
Y allí habló el rey
Malamente y enojado:
Muy mal me conjuras Cid, muy mal me has conjurado,
Mas hoy tomas la jura; mañana besarás mi mano.
Vete de mis tierras Cid, mal caballero probado;
Vete y no vuelvas a ellas desde este día en un año.
Tu me destierras por uno, yo me destierro por cuatro
Y ya parte el buen Cid sin al rey besar la mano,
Con trescientos caballeros, todos eran hijosdalgos.

Romance de la gentil dama y el rústico pastor

Estáse la gentíl dama paseándose en su vergel ,
Sus pies tenía descalzos que era maravilla ver.
Desde lejos me llamára; no le quise responder ,
Respondile con gran saña: ¿qué queréis gentil mujer?
Ven aquí el pastorcico si quieres tomar placer,
Siesta es del medio día; que ya es hora de comer ,
Si quieres tomar posada todo es a tu placer.
Que no era tiempo señora que me haya de detener
Que tengo mujer e hijos y casa de mantener y
Mi ganado en la sierra que se me iba a perder,
Y aquellos que me lo guardan no tenían que comer.
Vete con Dios, pastorcico, no te sabes entender
Maravillas de mi cuerpo yo te las hiciera ver.
Delgadica en la cintura , blanca soy como el papel,
La color tengo rosada como rosa en el rosel.
Cuello tengo de garza, los ojos de un esparver,
Téticas agudicas que el brial quieren romper;
Pues lo que tengo encubierto maravilla es de lo ver…
Ni aunque más tengáis señora, no me puedo detener.

Final

Ocho fábulas y un cuento

ocho fábulas y un cuento - Antonio M. Lorente

Música clásica del compositor de Albacete, Antonio M. Lorente.

Ocho fábulas y un cuento es una composición de música clásica  para orquesta de cámara, solistas, que son soprano, contralto, tenor y bajo, con textos de fabulistas como Esopo, Samanigo, Iriarte y La Fontaine. Con una selección sus fábulas, está musicada  y orquestada, dentro de un estilo clásico.
Esta composición  ganó un premio de Iniciativas Culturales de la ONCE. Con este motivo fue entrevistado por el diario local de La Tribuna de Albacete,  así como  por la presentadora de radio clásica (RNE) Sabrina Aguado.

Preludio

Las moscas (Tenor)

«A un panal de rica miel dos mil moscas acudieron
que por golosas murieron presas de patas en él.
Presas de patas en él.
Otra dentro de un pastel enterró su golosina
así bien se examina: los humanos corazones
perecen en las prisiones del vicio que los domina.»

El gusano de seda y la araña (Soprano)

«Trabajando un gusano en su capullo
la araña, que tejía a toda prisa
de esta suerte le habló con falsa risa:
¿Qué me dice de mi tela?,
el señor gusano; el señor gusano.
Esta mañana la comencé temprano,
y ya estará acabada al mediodía;
mire que sutíl, mire que bella.
El gusano con sorna respondía:
Tiene razón, así sale ella;»

La serpiente y la lima (Bajo)

«En casa de un cerrajero
entró la serpiente un día,
y la insensata mordía
en una lima de acero
Díjole la lima; El mal,
necia, será para ti.
¿Cómo has de hacer mella en mi
que hago polvo el metal?
Quien pretende sin razón
al más fuerte derribar
no consigue sino dar
coces contra el aguijón»

La tortuga y la liebre (Contralto)

«Una tortuga y una liebre discutían quien era la más rápida;
así, fijaron una fecha y un lugar.
Por fin, llegó el día de la gran carrera.
La liebre cobró gran distancia al saber de su gran velocidad
y se durmió junto al camino.
La tortuga caminaba lenta pero segura,
mientras la liebre dormía, ella ganó la carrera.
La fábula nos dice que vale más
el esfuerzo que el descuido»

 

La zorra y las uvas (Bajo)

Es voz común que a más de mediodía
en ayunas la zorra iba cazando,
halla una parra, quédase mirando
de la alta vid, de la alta vid, de la alta vid
el fruto que pendía.
Cansábala mil ansias y congojas
no alcanzar las uvas con la garra;
al mostrar a sus dientes, la alta parra,
negros racimos entre verdes hojas.
Miró, saltó y anduvo en probaduras,
pero vio el imposible ya de fijo
entonces la zorra dijo:
«No las quiero no están maduras.
No por eso te muestres impaciente
si te frustra algún intento,
aplica bien el cuento
y di:» no están maduras», frescamente

El burro flautista (Contralto)

Esta fabulilla, salga bien o mal,
se me ha ocurrido ahora; por casualidad.
Cerca de unos prados, que hay en mi lugar,
pasaba un borrico, por casualidad
una flauta en ellos halló que un zagal
se dejó olvidada por casualidad.
Acercose a olerla, el dicho animal,
y dio un resoplido, por casualidad,
en la flauta el aire se hubo de colar
y sonó la flauta por casualidad.
¡ Oh, dijo el borrico, que bien se tocar
y dirán que es mala la música asnal !
Sin reglas del arte, borriquitos hay
que una vez aciertan por casualidad.

El cuervo y el zorro (Tenor)

En la rama de un árbol, muy ufano y contento,
con un queso en el pico estaba el señor cuervo.
Del olor atraído, un zorro muy maestro,
le dijo estas palabras, a poco más o menos:
Tenga usted buenos días señor cuervo, mi dueño,
vaya que estáis donoso, mono, lindo en extremo.
Yo no gasto lisonjas, yo digo lo que siento;
que si a tu bella traza corresponde el gorjeo;
juro a la diosa Ceres, siendo testigo el cielo,
que tu serás el fénix de sus vastos imperios.
Al oír un discurso tan dulce y halagüeño,
de vanidad llevado, quiso cantar el cuervo.
Abrió su negro pico, dejó caer el queso;
el muy astuto zorro, después de haberle preso,
le dijo:»Señor Bobo,
pues sin otro alimento quedáis con alabanzas
digerid las lisonjas mientras yo como el queso».
Quien oye aduladores, nunca espere otro premio

 

La gallina de los huevos de oro (Soprano)

Érase una gallina que ponía un huevo de oro a su dueño cada día.
Aún, con tanta ganancia, mal contento, quiso el rico avariento
descubrir la mina de oro y hallar en menos tiempo más tesoro.
Matola; abriola el vientre de contado, pero después de haberla registrado
¿qué sucedió?, ¿qué sucedió?
Que muerta la gallina perdió su huevo de oro y no halló mina.
Cuantos hay que teniendo lo bastante, enriquecerse quieren al instante
abrazando proyectos de tan rápidos efectos, que tan sólo en pocos meses;
cuando ya se veían marqueses, contando sus millones,
se vieron en la calle y sin calzones

Cuento sobre la vida de Esopo (Los 4 solistas)

En cierta ocasión un rico señor, embriagado por el alcohol
su fortuna apostó sin más , que podía beber todo el agua del mar.
Testigos y apostantes firmaron un contrato
con un apretón de manos sellaron así el trato.
Cuando el señor el juicio recobró comprendió la grandeza de su error;
del frenesí por el fruto de la vid pasó a la mayor desesperación.
A su esclavo Esopo acudió para que diera a su problema solución;
a cambio de su fortuna salvar, él pide su libertad.
Al día siguiente, testigos y apostantes a la playa acudieron para el acuerdo cumplir,
cuando el señor dijo al acreedor:»Yo prometí el agua del mar beber,
pero el agua de los ríos que a todos ellos llegan; nada se habló ni se firmó.
Por eso tu, has de impedir que hasta el mar llegue sin fin el agua fluvial»
Ante la imposibilidad de esta premisa cumplir, en mil pedazos
el acuerdo rompió el truhán acreedor y
así fue como Esopo pudo salvar a su amo de la miseria.
Al fin consiguió Esopo su libertad.